La selección femenina de fútbol de Canadá sigue envuelta en la polémica, con revelaciones que superan el caso inicial de espionaje durante los Juegos Olímpicos de París. Según investigaciones publicadas por The Globe and Mail, el uso de drones para grabar entrenamientos rivales, como el de Nueva Zelanda, sacó a la luz una serie de incidentes que han sacudido al país norteamericano. La Federación Canadiense de Fútbol ya enfrenta una multa de $315.000 y una sanción de seis puntos.
Nuevos reportes indican que, además del espionaje, existían actividades bastante cuestionables dentro del equipo. Entre ellas, destacan las fiestas obligatorias organizadas por miembros del cuerpo técnico antes de los partidos. Estas reuniones, descritas por varias fuentes como incómodas y excesivas, incluían consumo de alcohol, preguntas sexualmente explícitas y juegos inapropiados. Videos filtrados incluso muestran a empleados bailando en trajes de baño durante estos eventos.
Jasmine Mander, asistente técnica desde 2021, también ha generado controversia. Varios exempleados la acusan de presionar al personal en situaciones, llegando a provocar ataques de pánico en algunos casos. Durante su tiempo con el equipo sub-17, ya había sido señalada por intentar ocultar información sobre posibles positivos en controles médicos previos a los partidos.
Ante el escándalo, la Federación emitió un comunicado destacando que los responsables de estos actos ya no forman parte de la organización. Además, prometió reformas profundas para garantizar integridad, transparencia y excelencia en sus operaciones. Sin embargo, los detalles siguen saliendo a la luz y alimentan la opinión pública.
La crisis ha sacudido la imagen de un equipo que representó un ejemplo de esfuerzo y superación en el fútbol femenino. Ahora, mientras continúan las investigaciones, el fútbol femenino canadiense enfrenta el desafío de reconstruir su reputación en una tormentosa situación que parece tener fin en un futuro no tan cercano.